Covid-19: los nuevos “paradigmas” educativos vistos desde Puno

Pablo Najarro Carnero
El Covid-19 ha sacado a flote hechos y temas que no sabíamos que existían. En otros casos ha mostrado lo peor del sistema educativo. Los suponíamos, pero ahora los comprobamos.
Pensábamos que los que más tenían, económicamente hablando, eran más cultos. ¡Oh sorpresa!, la gente de los “niveles A y B” también son incultos o ignorantes. Sacar a pasear a su perro para que defeque o salir a correr – dícese running – y otras perlas, nos muestra que entre ellos también hay ignorancia educativa.
Un limeño de apellido andino diciendo que no hay que perder tiempo en instruir a los de la sierra; otro gritando y “choleando” desde sus balcones a la policía, son hechos que nos revelan además de esta ignorancia, un fenómeno que entendíamos ya cuasi superado: el racismo que aún subyace. Sobre este tema es increíble que haya gente que porque nació en Lima, aunque sus abuelos fueran originarios del mundo andino, se sientan “diferentes” y “superiores”. Estamos mal. Hay cosas en este aspecto que no se han superado.
Por ahí decían que vamos bien en cuanto a reacción – como para un Guinness –, China hizo un hospital en diez días. Nosotros en doce, hicimos un plan educativo nacional vía internet, radio y TV, incluyendo a quienes no tienen esos medios. Preocupante aun, clases con personas que no son profesores. Poner caras bonitas, por más que sean actrices, para que lean o hagan un show – perdón por el anglicismo: un espectáculo educativo – es desconocer la realidad del Perú. No todos los maestros somos lindos – según los modelos estereotipados exógenos – no todos los maestros hacemos clases en ambientes de nivel económico Ay B.
Lo he dicho por ahí, el plan fue una elaboración dirigida por un sociólogo – el ministro – y una psicóloga – vice ministra de Gestión Pedagógica – cosas del Orinoco
La situación es preocupante. Hacer un plan de contingencia en doce días, un plan nacional cuando aún no se han enviado ni los materiales educativos, donde ni siquiera hay guías comunitarios. Aquí en Puno se hizo, hará unos sesenta años, una experiencia educativa desde la Iglesia –gracias a la idea de los Padres de Maryknoll- a través de radio de alcance regional – Onda Azul – pero suponía todo un plan de materiales, personas para la capacitación, diagnóstico de la realidad de intervención.
Pienso que más efectivo que llamar a veinte mil reservistas, con el costo que esto supone, hubiera sido mejor desplegar a las provincias a los maestros que ya tienen un sueldo, agregando los mismos recursos económicos de soporte al plan. Su presencia además de conocer la realidad hubiera contribuido a la paz social, pues por su ascendencia local hubieran ayudado a tranquilizar a su entorno social. Y además cumplir una tarea educativa. No pensando en hacer concurrir a las aulas a los alumnos, sino como nosotros sabemos hacer, flexibilizando y adecuando el temario y la situación a la realidad. Pero como siempre, el MINEDU es un cajón de sastre. Todas las profesiones tienen espacio en el MINEDU.
Lo dicho nos demuestra que, si no apostamos por mejorar el sistema educativo – ¿Será por la idea de que un pueblo educado puede sublevarse y buscar llegar al poder? – asignándole mejores recursos económicos en el presupuesto nacional, tendremos esta incapacidad de no reconocer qué en una pandemia y sus peligros, algo que los alumnos debieron aprender en las aulas secundarias, específicamente el curso de Historia Universal, incluso en Filosofía y Economía.
El eliminar de la currícula los cursos de Filosofía y Psicología – gracias a Fujimori y al aprismo – se trajo abajo una dimensión de la formación humana y social que tanto desdeñan los políticos neoliberales. Educar para el trabajo y la producción, desdeñando lo formativo nos ha llevado a esta ruina social. El desprecio a la autoridad por no saber qué es un una pandemia.
Fuente: Noticias Ser.Pe