Cuando se libra una batalla es un axioma universal, establecido aun antes de la aparición de “El Arte de la Guerra” de Sun Tzu, que se debe procurar hacerlo en el escenario más favorable, con todas las ventajas posibles, en el concepto del estratega chino, en aire, mar y tierra.
Fue por estas razones, sin duda, que los asesores cubanos, argentinos y venezolanos del muy bien bancado candidato Pedro Castillo le aconsejaron desafiar a Keiko Fujimori a un debate en la plaza de armas de Chota, su pueblo natal, donde, según la propia expresión de un vocero de Perú Libre, el candidato del lápiz tenía todas las garantías que le dan los ronderos, sindicatos y otras fuerzas vivas de la zona. ¿Cómo? El sainete ulterior a este reto del postulante comunista ha sido digno de una telenovela turca: luego de la aceptación de Keiko Fujimori, entre idas y venidas, Castillo se “enfermó” internándose en la clínica privada de propiedad de un chotano en Lima y la “Militancia Organizada” de Perú Libre convocó al “pueblo peruano” a un debate “vía zoom” en un insólito comunicado mientras el vocero de Perú Libre de Chota señalaba que el debate en esa ciudad y ubicación era inviable por razones técnicas. Al final, Castillo, después de todos estos pasos atrás, dialécticamente dio un paso adelante y aceptó concurrir -mientras Keiko Fujimori lo esperaba en Cajamarca- presionado por la opinión pública.
Está claro que los estrategas rojos no previeron que Keiko Fujimori iba a aceptar el desafío en esas condiciones. No contaron con que -ya la soberbia asoma en los predios de Perú Libre- la candidata de Fuerza Popular respondería con algo fundamental en política: el sentido del gesto que, en este caso, le permitió acorralar a su contrincante: hecho patente es que la campaña comunista del ahora “amauta” Castillo está basada en la protesta emocional y la desinformación frente a un sistema democrático fallido por culpa de actores corruptos e incompetentes.
El debate finalmente ha corroborado lo que se esperaba: una propuesta de cambio en democracia de Keiko Fujimori frente al programa estatista y antidemocrático de Castillo quien, por cierto, no dio pie con bola en el tema de lucha contra la corrupción, con su socio, el sentenciado Vladimir Cerrón de por medio.
(*) Presidente de Perú Nación
(*) Presidente del Consejo por la Paz
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