Puno

Las semillas del odio y rencor (I)

La papa es peruana y nuestro país tiene alrededor de 3 mil variedades de este tubérculo. Sin embargo, la producción en el Perú es muy baja, pues al año se cosecha la mitad de papa que Alemania, país de menor superficie que la de Loreto. La razón principal de esa diferencia es que, en Alemania, pese a ser un país industrializado, sí le dan importancia al agro y los agricultores cuentan con apoyo tecnológico del Estado. Mientras que, en el Perú, las autoridades del ramo fracasan en cada intento de comprar urea para fertilizar la tierra.

Las razones por las que no pudieron comprar la urea en cuatro intentos nos pueden ayudar a encontrar las causas de lo que está ocurriendo en el Perú. Hubo ahí una apatía racista mezclada con incapacidad. Tal vez no les interesó porque, como el negocio estaba en la mira de todos, no había forma de “sacar una tajada de ese dinero destinado a esos cholos”. Esa falta de voluntad y ese desprecio por las provincias no son novedad, tienen siglos.

No estamos tratando de justificar la violencia en las marchas de protesta, el vandalismo es condenable y las muertes, repudiables, llenan de tristeza y dolor. Intentamos encontrar las razones de tanta ira, de tanta rabia, de esta “Tempestad en los Andes” de la que hablaba Valcárcel que bajó a Lima y tiene en jaque al Gobierno.

Es cierto que detrás parecen haber oscuros intereses, financiamiento y/o azuzamiento que viene, quizá, de políticos oportunistas, de los rezagos de Sendero Luminoso, del narcotráfico del Vraem, de mineros ilegales, del proyecto separatista de Evo Morales con ingenuos políticos peruanos que lo apoyan. Pero no todos los que protestan atacan aeropuertos, incendian comisarías, queman vivos a policías o apedrean ambulancias.

Las razones de trasfondo que van más allá del pedido de renuncia de la presidenta o del cierre del Congreso, que se usan como etiqueta, como el símbolo de un rencor que se viene incubando desde mucho tiempo atrás.

Con la elección de Pedro Castillo, las mayorías se ilusionaron con la promesa de “no más pobres en un país rico”. Pero Castillo fue un fiasco, un fraude mucho más doloroso por su condición de campesino, rondero y maestro de escuela rural. “Ahora gobierna uno de los nuestros”, decían muchos cuando salió elegido. La decepción de algunos y el sentirse traicionados, de otros, encendió la frustración. Y esta devino en rebeldía, pero ya no contra Castillo.

Porque, ¿quién va a sublevarse contra un caído? La rebeldía es contra todo lo demás. Continuará. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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